((Os estaréis preguntando qué tiene que ver esta imagen con la vieja harinera que retraté en una entrada anterior, ¿no? Bastante, como veréis a continuación))
"Cuando conecté con tu Blog de "Chismes", al ver aquella serie de máquinas: el Monitor, la Columna Secadora, la Despuntadora, el Ciclón, la Lavadora, los Triarbejones, la Satinadora, todos de la sección de limpia, y después un Sasor, un Recolector de mangas y un Planchister (cernedor) de la sección de fabricación, me dio una alegría y también la impresión ficticia como si me saludaran y como reprochándome dijeran: ¡ya no te acordabas de nosotros, eh...?"
((De un mensaje de correo electrónico que he recibido hoy de Manuel Sanz Brunet, nacido en 1.926))
"Llegamos a Priego y según lo previsto nos hospedamos en el hotel Rosales. Estaba en una calle de muy buen aspecto y cerca de la plaza de la fuente de los 365 caños. Sería algo más de media mañana y fuimos a la fábrica, nos identificamos a Don Cristóbal Ruiz, gerente de la S.R.C. (un tipo muy campechano) y dijo: - Estupendo, mucho gusto en conocerles; pero mejor vamos al bar y hablamos más tranquilamente. - No faltaba más, dijo mi padre, (pensé: ésto si que es atender bien a los forasteros), y los tres hacia el bar.
Nada más entrar en el establecimiento y dirigiéndose a la barra (a ver si sé reflejar con letras sus palabras): “Oye Ozé, tráenoz a la meza unaz lajquitas de amón y unaz copitaz de vino” y pensé también, caray: que buen sistema tienen en éstas tierras de iniciar el diálogo.
Empezamos los trabajos de planificación e instalación de la nueva sección de limpia de trigo para la harinera.
Generalmente y si la edificación es la adecuada no entraña ninguna dificultad, es solamente distribuir la maquinaria de manera que el circuito que tiene que seguir el grano sea el más práctico para que el conexionado entre ellas y el sistema de aspiración, que es imprescindible, sea correcto y tenga la máxima efectividad. En lo que respecta al reajuste “diagramático” ya es más delicado porque son varios los puntos que hay que valorar y modificar, si procede, máxime porque aquella fábrica era para la fabricación de “harinas” y de “sémolas”.
Yo hice buena amistad con el hijo del jefe Molinero de la fábrica, más o menos de mi edad. Los domingos y días de fiesta salía con él y sus amigos/as. Una de las chicas era dependienta de la pastelería de su familia y una vez por semana nos invitaba a todos a la tienda para tomar los pasteles que no habían tenido salida y no era prudente guardar más tiempo. Su padre, un castizo andaluz, cuando nos veía entrar le decía: - Sal, niña, que ya han llegado los zampabollos -.
Al principio consideraba grosera aquella expresión un tanto ofensiva, después, incluso hicimos buena amistad y me preguntaba detalles de cómo estaba Madrid y pueblos limítrofes, porque durante la guerra movilizaron su quinta y estuvo allí, entre otros, en el frente de la ciudad universitaria y recordaba que casi todos los edificios estaban agujereados por el impacto de los cañonazos o derribados por las bombas de la aviación y que no se podía pasar porque no había más que escombros por todas partes.
Me preguntaba y yo le explicaba las odiseas que sabía del frente de Madrid y otras de la guerra, posguerra y anécdotas. Se sorprendía de que la ciudadanía de las grandes capitales, lo pasaran aún tan crudo y con un racionamiento de productos de alimentación tan escaso.
Un día que fuimos a tomar “pastas perecederas” me comentó: - Oye Manolo, de manera que el aceite os escasea - pues sí, periódicamente, no se cada cuanto tiempo (mi madre se lo diría exactamente), nos dan un cuarto de litro por persona, previo corte del ticket en la cartilla de racionamiento - y dime: ¿cuándo os vais? - no lo sé, cuando terminemos el trabajo, quizá un mes o mes y medio - pues atiéndeme bien: como sabes, el aceite no se puede comerciar porque está intervenido por la Comisaria de Abastecimientos y Transportes, pero hay una manera legal de que cuando marchéis os podáis llevar 20 ó 25 litros de aceite.
Dile a tu padre que en una tienda de artículos para cocina, compre un envase de hojalata de la capacidad que queráis, me la traéis 8 ó 10 días antes de marchar y yo que tengo un cupo de aceite para hacer la bollería de mi pastelería, os lo puedo suministrar, llenaremos el recipiente, tu mismo vas a un bar y compras cuatro o cinco“ zorzales” (son pajaritos fritos), de los que sirven como “tapas”, los metemos en la lata, junto con el aceite y yo me encargo de llamar a un latonero, para que suelde la tapa.
Entonces solo falta que un veterinario amigo, llene los impresos que hay previstos, como guía de circulación con el epígrafe de “aves en conserva”. Con ésta guía puedes circular sin problemas por todo el territorio nacional. Esto Manolo, dile a tu padre que no es hacer ningún fraude, porque yo no es la primera vez que lo he hecho por un amigo, ni la primera persona que lo hace. Se me ocurrió ésta posibilidad, porque en el mismo hotel en que os hospedáis vosotros, está hospedado el veterinario municipal, buena persona y amigo mío.
Explicarle el plan, solicitarle la guía y también podéis comentarle que os lo he propuesto yo, pero seguro que no tendrá ningún inconveniente en redactárosla. No lo hago por negociar nada, aunque solo sea por simpatía, porque me has hecho recordar el pasado y porque tuve la suerte de salir con vida de aquel infierno.- Muchas gracias y ya le comentaré a mi padre la agradable noticia y estoy seguro de que se va a poner muy contento.
Una de las carreteras a la salida del pueblo, hacía cuesta abajo y toda aquella pandilla la bajaban a toda pastilla jugándose el tipo, en patines de esos de cuatro ruedecillas que se sujetan en los zapatos. Yo no, porque no sabía patinar ni tenía patines. Por mala suerte, uno de los componentes, disponía de unos de reserva y me los prestaron con el deber de aprender a patinar.
Las chicas eran las más pesadas en el afán de enseñarme, pero no había manera, se me iban los piés hacia adelante y el cuerpo no los acompañaba. Con este sistema de aprendizaje, me pegué quince o veinte “talegazos” y les dije que abandonaba, que muchas gracias y si algún día llegaba a fraile, ya les daría un caramelo en compensación a su interés, pero que prefería volver a casa sin saber patinar, que con un brazo o una pierna escayolados.
Cuando se terminó el montaje de la sección de limpia, los operarios montadores regresaron a Madrid y mi padre se quedó con uno sólo, por si había que corregir alguna conducción en la fábrica. Yo estuve allí también unos días más, para ir observando cómo obedecían las modificaciones que hacían, pero a primeros de diciembre fui a la pastelería a recoger la lata y saldar la cuenta.
-Vengo a pagar, el aceite, la soldadura, las molestias, a darle las gracias por todo y a despedirme de Vds. - Manolo, no me debes nada, tómalo como un regalo que te hago, tú que conoces bien aquello y también lo has vivido, te lo mereces porque me has permitido recordar con sosiego, aquel pasado tan turbulento. Algún día volveré por allí, para ver en que se han convertido aquellos campos de minas y tanto edificio derruido. Envíame alguna postal, recuerdos a tu familia, aunque no la conozco y que tengas buen viaje de regreso.-
Me despedí de todos y volví a Madrid, con mi maleta personal y mi lata de “aves en conserva”, con guía oficial de libre circulación. Desde allí, les envié algunas postales dentro de la poca variación que había en aquel tiempo y ésto fue motivo por el que me fui “carteando” durante unos meses con “la hija del pastelero”.
La víspera de Pascuas, regresó mi padre de Priego habiendo terminado los trabajos a satisfacción de Don Cristóbal.
Llegaron las Navidades del año 1.942 y gastronómicamente, procuramos que no faltaran demasiados alimentos en la mesa.
Eso sí, gracias a mi amigo, el pastelero de Priego, pudimos tomar de segundo plato, huevos fritos con aceite de oliva, y la carne que era la obtenida de los lomos de las “arenques” (sardinas de barril), después de separadas las escamas, aliñadas con aquel aceite, quedaban exquisitas. De postre mazapán (muy sucedáneo), polvorones, pan de higos y castañas, de fruta naranjas variedad Washington, (éstas muy buenas). Sustituyendo al “cava”, sidra “El Gaitero”."
((Fragmento del capítulo 26 de las Memorias Personales de Manuel Sanz Brunet, residente en Barcelona. Como podéis apreciar, internet es el nuevo reino de los prodigios, donde las casualidades más inverosímiles ocurren constantemente. ¡¡Muchísimas gracias, Manuel, por tu ingenio como inventor y tu sabiduría como mecánico, por tener una mente inquieta y curiosa que no ha envejecido nada, por tu amabilidad al cederme el material, por tu gracia y desparpajo al escribir y por tu memoria repleta de anécdotas curiosas y buenos recuerdos llenos de gratitud!!))
((De un mensaje de correo electrónico que he recibido hoy de Manuel Sanz Brunet, nacido en 1.926))
"Llegamos a Priego y según lo previsto nos hospedamos en el hotel Rosales. Estaba en una calle de muy buen aspecto y cerca de la plaza de la fuente de los 365 caños. Sería algo más de media mañana y fuimos a la fábrica, nos identificamos a Don Cristóbal Ruiz, gerente de la S.R.C. (un tipo muy campechano) y dijo: - Estupendo, mucho gusto en conocerles; pero mejor vamos al bar y hablamos más tranquilamente. - No faltaba más, dijo mi padre, (pensé: ésto si que es atender bien a los forasteros), y los tres hacia el bar.
Nada más entrar en el establecimiento y dirigiéndose a la barra (a ver si sé reflejar con letras sus palabras): “Oye Ozé, tráenoz a la meza unaz lajquitas de amón y unaz copitaz de vino” y pensé también, caray: que buen sistema tienen en éstas tierras de iniciar el diálogo.
Empezamos los trabajos de planificación e instalación de la nueva sección de limpia de trigo para la harinera.
Generalmente y si la edificación es la adecuada no entraña ninguna dificultad, es solamente distribuir la maquinaria de manera que el circuito que tiene que seguir el grano sea el más práctico para que el conexionado entre ellas y el sistema de aspiración, que es imprescindible, sea correcto y tenga la máxima efectividad. En lo que respecta al reajuste “diagramático” ya es más delicado porque son varios los puntos que hay que valorar y modificar, si procede, máxime porque aquella fábrica era para la fabricación de “harinas” y de “sémolas”.
Yo hice buena amistad con el hijo del jefe Molinero de la fábrica, más o menos de mi edad. Los domingos y días de fiesta salía con él y sus amigos/as. Una de las chicas era dependienta de la pastelería de su familia y una vez por semana nos invitaba a todos a la tienda para tomar los pasteles que no habían tenido salida y no era prudente guardar más tiempo. Su padre, un castizo andaluz, cuando nos veía entrar le decía: - Sal, niña, que ya han llegado los zampabollos -.
Al principio consideraba grosera aquella expresión un tanto ofensiva, después, incluso hicimos buena amistad y me preguntaba detalles de cómo estaba Madrid y pueblos limítrofes, porque durante la guerra movilizaron su quinta y estuvo allí, entre otros, en el frente de la ciudad universitaria y recordaba que casi todos los edificios estaban agujereados por el impacto de los cañonazos o derribados por las bombas de la aviación y que no se podía pasar porque no había más que escombros por todas partes.
Me preguntaba y yo le explicaba las odiseas que sabía del frente de Madrid y otras de la guerra, posguerra y anécdotas. Se sorprendía de que la ciudadanía de las grandes capitales, lo pasaran aún tan crudo y con un racionamiento de productos de alimentación tan escaso.
Un día que fuimos a tomar “pastas perecederas” me comentó: - Oye Manolo, de manera que el aceite os escasea - pues sí, periódicamente, no se cada cuanto tiempo (mi madre se lo diría exactamente), nos dan un cuarto de litro por persona, previo corte del ticket en la cartilla de racionamiento - y dime: ¿cuándo os vais? - no lo sé, cuando terminemos el trabajo, quizá un mes o mes y medio - pues atiéndeme bien: como sabes, el aceite no se puede comerciar porque está intervenido por la Comisaria de Abastecimientos y Transportes, pero hay una manera legal de que cuando marchéis os podáis llevar 20 ó 25 litros de aceite.
Dile a tu padre que en una tienda de artículos para cocina, compre un envase de hojalata de la capacidad que queráis, me la traéis 8 ó 10 días antes de marchar y yo que tengo un cupo de aceite para hacer la bollería de mi pastelería, os lo puedo suministrar, llenaremos el recipiente, tu mismo vas a un bar y compras cuatro o cinco“ zorzales” (son pajaritos fritos), de los que sirven como “tapas”, los metemos en la lata, junto con el aceite y yo me encargo de llamar a un latonero, para que suelde la tapa.
Entonces solo falta que un veterinario amigo, llene los impresos que hay previstos, como guía de circulación con el epígrafe de “aves en conserva”. Con ésta guía puedes circular sin problemas por todo el territorio nacional. Esto Manolo, dile a tu padre que no es hacer ningún fraude, porque yo no es la primera vez que lo he hecho por un amigo, ni la primera persona que lo hace. Se me ocurrió ésta posibilidad, porque en el mismo hotel en que os hospedáis vosotros, está hospedado el veterinario municipal, buena persona y amigo mío.
Explicarle el plan, solicitarle la guía y también podéis comentarle que os lo he propuesto yo, pero seguro que no tendrá ningún inconveniente en redactárosla. No lo hago por negociar nada, aunque solo sea por simpatía, porque me has hecho recordar el pasado y porque tuve la suerte de salir con vida de aquel infierno.- Muchas gracias y ya le comentaré a mi padre la agradable noticia y estoy seguro de que se va a poner muy contento.
Una de las carreteras a la salida del pueblo, hacía cuesta abajo y toda aquella pandilla la bajaban a toda pastilla jugándose el tipo, en patines de esos de cuatro ruedecillas que se sujetan en los zapatos. Yo no, porque no sabía patinar ni tenía patines. Por mala suerte, uno de los componentes, disponía de unos de reserva y me los prestaron con el deber de aprender a patinar.
Las chicas eran las más pesadas en el afán de enseñarme, pero no había manera, se me iban los piés hacia adelante y el cuerpo no los acompañaba. Con este sistema de aprendizaje, me pegué quince o veinte “talegazos” y les dije que abandonaba, que muchas gracias y si algún día llegaba a fraile, ya les daría un caramelo en compensación a su interés, pero que prefería volver a casa sin saber patinar, que con un brazo o una pierna escayolados.
Cuando se terminó el montaje de la sección de limpia, los operarios montadores regresaron a Madrid y mi padre se quedó con uno sólo, por si había que corregir alguna conducción en la fábrica. Yo estuve allí también unos días más, para ir observando cómo obedecían las modificaciones que hacían, pero a primeros de diciembre fui a la pastelería a recoger la lata y saldar la cuenta.
-Vengo a pagar, el aceite, la soldadura, las molestias, a darle las gracias por todo y a despedirme de Vds. - Manolo, no me debes nada, tómalo como un regalo que te hago, tú que conoces bien aquello y también lo has vivido, te lo mereces porque me has permitido recordar con sosiego, aquel pasado tan turbulento. Algún día volveré por allí, para ver en que se han convertido aquellos campos de minas y tanto edificio derruido. Envíame alguna postal, recuerdos a tu familia, aunque no la conozco y que tengas buen viaje de regreso.-
Me despedí de todos y volví a Madrid, con mi maleta personal y mi lata de “aves en conserva”, con guía oficial de libre circulación. Desde allí, les envié algunas postales dentro de la poca variación que había en aquel tiempo y ésto fue motivo por el que me fui “carteando” durante unos meses con “la hija del pastelero”.
La víspera de Pascuas, regresó mi padre de Priego habiendo terminado los trabajos a satisfacción de Don Cristóbal.
Llegaron las Navidades del año 1.942 y gastronómicamente, procuramos que no faltaran demasiados alimentos en la mesa.
Eso sí, gracias a mi amigo, el pastelero de Priego, pudimos tomar de segundo plato, huevos fritos con aceite de oliva, y la carne que era la obtenida de los lomos de las “arenques” (sardinas de barril), después de separadas las escamas, aliñadas con aquel aceite, quedaban exquisitas. De postre mazapán (muy sucedáneo), polvorones, pan de higos y castañas, de fruta naranjas variedad Washington, (éstas muy buenas). Sustituyendo al “cava”, sidra “El Gaitero”."
((Fragmento del capítulo 26 de las Memorias Personales de Manuel Sanz Brunet, residente en Barcelona. Como podéis apreciar, internet es el nuevo reino de los prodigios, donde las casualidades más inverosímiles ocurren constantemente. ¡¡Muchísimas gracias, Manuel, por tu ingenio como inventor y tu sabiduría como mecánico, por tener una mente inquieta y curiosa que no ha envejecido nada, por tu amabilidad al cederme el material, por tu gracia y desparpajo al escribir y por tu memoria repleta de anécdotas curiosas y buenos recuerdos llenos de gratitud!!))
Querido Antonio:
ResponderEliminarComo bien has supuesto en tu correo, me ha encantado esta entrada especialmente. Es... es ...descubrir un trozo de Historia de nuestro pueblo en la vida de un hombre inteligente que, gracias a la "magia" de Internet, tenemos la oportunidad de disfrutar.Es un deleite la manera de contar las cosas que tiene D.Manuel Sanz.
Gracias Antonio por traer hasta aquí aquellos años.
"¡Que pequeño es el mundo!"... con internet.
ResponderEliminarAlgo positivo debería de tener esa globalización, o acaso ,¿no resulta maravilloso el que podamos conocer historias como esta?. Que Manuel se reencuentre con nuestro pueblo y que el "pueblo" lo recuerde a él.
Y lógicamente ,gracias a ti , Antonio, por publicarlo y emprender un blog como este.
un saludo,
Antonio, aún conociendo la potencia de la red no dejo de sorprenderme; he disfrutado mucho con esta entrañable historia. Gracias. Manoli
ResponderEliminarGrata alegria he tenido al leer todo lo anterior porque yo soy Manuel >Sanz Brunet, el que a mis 18-19 años fui a Priego pera resolver unos trabajos técnicos en la Fca de Harinas de los <Sres Cristobal Ruiz S.R.C. Hace la friolera de 78 años (actualmente tengo 95).Y me ha hecho micha ilusion rememorar aquellos tiempos y los escritos que hacia a los Prieguenses amigos. Muchísimas gracias a quien corresponde y un fuerte abrazo. Tambien soy el constructor de aquella bicicleta dee madrea que hice en Muniesa un par o tresaños despues.
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