martes, 8 de diciembre de 2009

Poemillas de chiquillos

En la calle de Valverde
hay un moco verde.
El que hable, se lo suerbe.

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Cuando los niños corrían para llegar a un sitio, iban diciendo:

El primero, el rey del cielo;
el segundo, el rey del mundo;
el tercero, el confitero,
y el último, la cuchará de piojos.

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Cuando se ganaba alguna competición, se decía:

Hemos ganao
la copa del meao;
los que han perdío
se la han bebío.

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Cuando en el fútbol, uno mandaba el balón a tomar viento, se le decía:

La ley de la botella, el que la tira va a por ella.

Pero el aludido podía responder:

La ley del vaso, el que la tira no hace caso.

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En las matanzas, para que el humo no te diera en la cara, le decías:

Humo, humito,
vete de mi laíto.
Cuando pases por mi puerta
te echaré un hoyito.

Y el humo se iba para otro lado.

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Para seleccionar a los niños para jugar al fútbol, se cantaba la siguiente canción:

Por Don Juan de Villanaranja,
lo bien que fuma,
lo bien que canta.
Lleva la barriga llena
de vino tinto,
de vino azul,
¿a quién salvas tú?
- Al niño Jesús
que está en la cruz,
más limpio que tú,
a, e, i, o, u.

Al pronunciar cada palabra, señalabas con el dedo a un niño, y al que le tocaba la "u" final, a ése lo escogías.

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Este poemilla que recita Encarni Jiménez servía también para echar a suertes en los juegos:



Plun,
chibiricún,
chibiricá,
chibiricuricurifá,
chibiricuricurifero,
a la mosca mosquetero,
¿cuántas patas tiene un gato?
Una, dos, tres y cuatro.
¿Cuántas patas tiene un pez?
Una, dos y tres.
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Al botar una pelota, se pronunciaba este profundo pensamiento:

Emelepene, chíquili chon,
rape que rape,
picón de carbón.


Fuentes: José Antonio Arjona, Conchi Conejo, Encarni Jiménez y Antonio Manuel Jiménez.

1 comentario:

  1. Te felicito por tu labor de recopilación de tradiciones. Me ha encantado el estudio realizado a las personas mayores sobre la Naturaleza.

    Un abrazo.

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