Antiguamente (en los años 30-50 aproximadamente del siglo pasado) los regalos de los Reyes para los niños de familias humildes consistían prácticamente sólo en estos canastillos, hechos de una caja de cartón y decorados con tiras de papel de seda de colores pegadas con gachuela (o gachuleta), que era sencillamente una mezcla de harina y agua, en los que se introducían un mostacho casero (dulce prieguense hecho con manteca de cerdo, harina, cáscara de limón rayada y azúcar), unos cuantos caramelos, un jamoncico o morcilla de dulce, un duro de chocolate y poco más. El mostacho solía ponerse en lo hondo para que rellenara y luego sólo se echaban unas pocas golosinas por encima. Estos niños no solían recibir más juguetes que los que daban en la escuela, que eran más bien feos y malos, aunque los niños se divertían con ellos. Algunas familias siguieron esta costumbre hasta los años 70, aunque ya además se regalaba a los niños algún juguete.
El renovador de esta tradición en tiempos modernos (2.007-2.008) ha sido José Antonio Arjona Montoro, que propuso la elaboración de estos canastos a la asociación de pacientes de fibromialgia de la Subbética (AFISUB), para su venta con el fin de recaudar fondos, iniciativa que tuvo mucha aceptación popular.
A nosotros nos gustaría proponer a las hermandades de los barrios que vuelvan a colocar banderas hechas de papel de seda de colores en sus fiestas de verano. Estas banderas se recortaban de formas variadas y se colocaban pegadas a cuerdas con gachuleta, cruzando las calles. Desde luego quedaban más bonitas que las banderas de propaganda de vinos que se ponen actualmente.
Texto: A. M. Jiménez Conejo y Concepción Conejo Jiménez
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