El Lago Verde es un paraje mítico entre la infancia prieguense. Es un lugar evocador, con una magia especial, debido a su cueva, a lo escondido del lugar y al color verde esmeralda de sus aguas (muy probablemente debido a algas microscópicas). A mí me recuerda este pasaje del capítulo "Remanso" de "Platero y yo", de Juan Ramón Jiménez:
"Mira cómo el sol, pasando su agua espesa, le alumbra la honda belleza verdeoro, que los lirios de celeste frescura de la orilla contemplan extasiados... Son escaleras de terciopelo, bajando en repetido laberinto; grutas mágicas con todos los aspectos ideales que una mitología de ensueño trajese a la desbordada imaginación de un pintor interno; jardines venustianos que hubiera creado la melancolía permanente de una reina loca de grandes ojos verdes; palacios en ruinas, como aquel que vi en aquel mar de la tarde, cuando el sol poniente hería, oblicuo, el agua baja... Y más, y más, y más; cuanto el sueño más difícil pudiera robar, tirando a la belleza fugitiva de su túnica infinita, al cuadro recordado de una hora de primavera con dolor, en un jardín de olvido que no existiera del todo... Todo pequeñito, pero inmenso, porque parece distante, clave de sensaciones innumerables, tesoro del mago más viejo de la fiebre..."
En realidad, el nombre es exagerado. Se trata de un pequeño, aunque profundo estanque en una vieja cantera de yeso. La cantera se inundó y tuvieron que abandonarla. El lago es permanente, hay agua durante todo el año. Se encuentra en la zona de la Dehesa de la Villa (la Haza la Villa), enfrente del Adarve de Priego.
El yeso, mezclado con las arcillas bandeadas del Kuiper, de tres colores (azul-grisáceo, marrón amarillento y moradillo), es muy abundante en las zonas bajas de la comarca, desde Carcabuey a Almedinilla y más allá, y también por la zona del Cañuelo, Zamoranos, Puente San Juan, etc.. Aparece en afloramientos del Triásico (245-209 millones de años atrás). Éstas son las rocas más antiguas que afloran en la Subbética. En esa época en la comarca había un mar somero, una especie de marisma. Las temperaturas eran más altas que en la actualidad y el agua se evaporaba de tiempo en tiempo, propiciando la deposición de las sales solubles, como el yeso (sulfato de calcio hidratado). Es fácil reconocer los afloramientos de yeso entre las arcillas; son usualmente aglomeraciones de pequeños cristales brillantes, que se rayan con la uña. Otras veces el yeso aparece en cristales mayores, o en aglomerados de cristales diminutos, muchas veces teñido de arcillas de diferentes colores (cuando aparece yeso rojo, se debe a que incorpora minerales de hierro).
"Mira cómo el sol, pasando su agua espesa, le alumbra la honda belleza verdeoro, que los lirios de celeste frescura de la orilla contemplan extasiados... Son escaleras de terciopelo, bajando en repetido laberinto; grutas mágicas con todos los aspectos ideales que una mitología de ensueño trajese a la desbordada imaginación de un pintor interno; jardines venustianos que hubiera creado la melancolía permanente de una reina loca de grandes ojos verdes; palacios en ruinas, como aquel que vi en aquel mar de la tarde, cuando el sol poniente hería, oblicuo, el agua baja... Y más, y más, y más; cuanto el sueño más difícil pudiera robar, tirando a la belleza fugitiva de su túnica infinita, al cuadro recordado de una hora de primavera con dolor, en un jardín de olvido que no existiera del todo... Todo pequeñito, pero inmenso, porque parece distante, clave de sensaciones innumerables, tesoro del mago más viejo de la fiebre..."
En realidad, el nombre es exagerado. Se trata de un pequeño, aunque profundo estanque en una vieja cantera de yeso. La cantera se inundó y tuvieron que abandonarla. El lago es permanente, hay agua durante todo el año. Se encuentra en la zona de la Dehesa de la Villa (la Haza la Villa), enfrente del Adarve de Priego.
El yeso, mezclado con las arcillas bandeadas del Kuiper, de tres colores (azul-grisáceo, marrón amarillento y moradillo), es muy abundante en las zonas bajas de la comarca, desde Carcabuey a Almedinilla y más allá, y también por la zona del Cañuelo, Zamoranos, Puente San Juan, etc.. Aparece en afloramientos del Triásico (245-209 millones de años atrás). Éstas son las rocas más antiguas que afloran en la Subbética. En esa época en la comarca había un mar somero, una especie de marisma. Las temperaturas eran más altas que en la actualidad y el agua se evaporaba de tiempo en tiempo, propiciando la deposición de las sales solubles, como el yeso (sulfato de calcio hidratado). Es fácil reconocer los afloramientos de yeso entre las arcillas; son usualmente aglomeraciones de pequeños cristales brillantes, que se rayan con la uña. Otras veces el yeso aparece en cristales mayores, o en aglomerados de cristales diminutos, muchas veces teñido de arcillas de diferentes colores (cuando aparece yeso rojo, se debe a que incorpora minerales de hierro).
Arcillas bandeadas del Kuiper, Triásico, cerca de la aldea de El Cañuelo
Rocas arcillosas de colores del Kuiper en las inmediaciones del Lago Verde
Distintas formas de yesos del Lago Verde
Junto al Lago Verde hay un pequeño túnel excavado por el hombre. En sus paredes se ven brillar distintas formaciones de yeso y de su techo cuelgan bonitas cristalizaciones, con aspecto de hilachos, macarrones retorcidos y otras muchas formas curiosas.
Junto al Lago Verde hay un pequeño túnel excavado por el hombre. En sus paredes se ven brillar distintas formaciones de yeso y de su techo cuelgan bonitas cristalizaciones, con aspecto de hilachos, macarrones retorcidos y otras muchas formas curiosas.
Cristalizaciones de yesos en el techo del túnel junto al Lago Verde
Yeso con bandas rojas impregnadas de minerales de hierro de las paredes del túnel junto al Lago Verde
Paredes del túnel junto al Lago Verde
A lo cual añado que es precisamente la facilidad de deformarse que tienen estos materiales arcillosos y yesosos la que los ha hecho funcionar como "nivel de despegue" sobre los cuales la posterior secuencia sedimentaria mesozoica (sobre todo calizas del Jurásico, Cretácico y Paleógeno) ha sido desplazada por el Dominio de Alborán hacia el Norte o Noroeste. Especialmente, la plasticidad de los yesos es muy útil a este fin. Los grandes bloques desplazados sobre las arcillas y yesos (es decir la facies "Keuper" del Triásico) son los mantos de cabalgamiento que, con roturas y pliegues a varias escalas, componen en lo esencial las sierras de las Zonas Externas del orógeno bético-rifeño.
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