De mi esposo recibí una carta
que con ella me hizo llorar,
que mirara mucho por sus hijos
que sin padre se iban a quedar.
- Yo soy la viudita
del conde Laurel,
y quiero casarme,
no encuentro con quién.
- Si quieres casarte
y no encuentras con quién,
escoge a tu gusto
que aquí tienes quién.
- Escojo a esta rosa
por ser la más guapa,
más bella y más linda
que hay en el jardín
y echa un olor
que me agrada a mí.
La viudita, la viudita,
la viudita se quiere casar,
con el conde, conde de Cabra,
con el conde se casará.
- Yo no quiero el conde de Cabra
ni tampoco el conde de aquí,
lo que quiero es esta rubia,
esta rubia que hay aquí.
¡Quiquiriquí!
En este juego se mezclaban las canciones populares "La viudita del conde Laurel" y "La viudita del conde de Cabra", y además se introducía el pasaje de la carta. En internet hay muchísimas versiones de las dos canciones. "La viudita del conde de Cabra" proviene de un romance tradicional español del siglo XV.
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