domingo, 27 de diciembre de 2009

Canciones y poemas de Consuelo López Ruiz

Hoy hemos echado otro agradable rato con Consuelo López. A sus 98 años, recuerda canciones que le cantaba su abuela cuando era muy pequeña. Había una que le gustaba mucho, aunque no sabía lo que era un serafín:

Rebonita, rebonita,
rebonita porque sí,
tiene usted una carita
que parece un serafín.

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Pero había otra que le parecía muy fea cuando se la decía su abuela y algunas veces lloraba porque le daba mucho coraje:

Eres más fea que un cuco
y más negra que un candil,
la sartén de mi cortijo
me dio memorias pa ti.

Esta canción era de un tiempo en que estar tostado por el sol estaba considerado feo, porque los pobres tenían que trabajar todo el día al sol y los ricos podían permitirse el lujo de permanecer pálidos en sus habitaciones. Luego, cuando los pobres no podían permitirse vacaciones en la playa y los ricos sí, el color moreno se volvió bonito. Antes, la gente del campo procuraba evitar el sol, con pañuelos en la cabeza, anchos sombreros y manguitos, y también se ponían polvos blancos en la cara. Consuelo dice que esta canción es muy fea, que no debería ponerse en internet. Como tampoco este poemilla:

Tienes cara de alpargate viejo,
asetuna sapatúa revuelta con salmorejo.

(La aceituna zapatuda es la que se ha puesto mala).

Nos cuenta que antes, en los almanaques ("almenaques", como ella los llama) venía por detrás de cada día una coplilla, y que estaban deseosos de pasar la hoja cada día para leerla. Ésa era una de las distracciones de los cortijos.

Nos refiere algunas de las que se decían en los rincoros antes de empezar a cantar:

Un pañuelo con tres picos
nunca puede ser cuadrao,
yo tenía un novio rico:
mi suegro me ha despreciao.

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Anoche me salió un novio
con las patas tiritando;
no sé si quererlo ahora
o guardarlo pal verano.

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Son los albañiles
mu buenos muchachos,
pero tienen fama
de que son borrachos:
la mujer escalza,
y los hijos en cueros,
ellos en las tabernas
se gastan los dineros.

Esta canción se la cantaba su tío Antonio José cuando estaba muchachoncillo a sus hijas para que bailaran:

Una mozuela de hogaño
se meó en mi perejil;
como no me pague el daño
le doy cuenta al albañil
que venga y le tape el caño.

Su tío Rafael cantaba una canción un poco asquerosa:

Señores, ¿quieren saber
la mierda que caga un perro?
Primero echa una ralá
y luego serullo y medio.

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Otro día se acordó de estas dos bonitas coplas:

Siempreviva te diré
y lirio del campo no,
que las flores se marchitan
y la siempreviva no.


Yo vide raso y llover
y al pronto ponerse escuro
y levantarse un querer
donde estaba más seguro.

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