Polen de ciprés, que se produce sobre febrero, dispersado por Elena y Mari Carmen, de Almedinilla
La mayoría de las plantas gimnospermas, grupo al que pertenecen las coníferas, utilizan como intermediario para sus encuentros sexuales el viento, que transporta el polen, que acabará produciendo el gameto masculino, hasta las flores femeninas. Las plantas que dispersan su polen por el viento suelen producirlo en grandes cantidades y los granos son pequeños y ligeros. Las flores, que no son llamativas, suelen situarse en las zonas más exteriores de los árboles. El viento es un agente poco eficaz de transporte de polen: la mayoría de los granos no va a parar a las flores femeninas. Por ello, las angiospermas, que reclutaron insectos para esta función, que llevan el polen directamente de una flor a otra, les ganaron la partida y hoy son dominantes en la mayoría de los ecosistemas. Aunque hay también angiospermas cuyo polen es transportado por el viento y son muy exitosas, sobre todo en ambientes despejados y ventosos: es por ejemplo el caso de las gramíneas (grupo al que pertenecen los cereales), que dominan en praderas y sabanas.
Polen de pino, que se produce sobre marzo, dispersado por niñas de Zamoranos
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