En cueros, con las manos metías en los bolsillos, a la luz de un candil apagao, un ciego leía un periódico sin letras. Por la ventana cerrá, se veían revolotear los pajarillos muertos y sumergirse en las aguas cristalinas de una fuente seca.
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Se juntan un ciego, un sordo y un calvo. El ciego dice: "En la cumbre de aquella montaña, veo dos mosquitos peleándose". El sordo dice: "Pues yo oigo hasta los puñetazos". Y el calvo dice: "Y a mí se me ponen los pelos de punta".
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Un señorico de Priego era un poco pedante. Éste es un ejemplo de los mandatos que formulaba a la servidumbre: "Elévate por los peldaños de la escalera, penetra en mi aposento y recoge el instrumento que las grandes ciencias han inventado para protegerse de los meteoros acuáticos".
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He aquí algunos chistes baratos de la gente el campo:
- Un niño en la aceituna tenía mucha hambre cerca del mediodía y le preguntó a su padre que si ya era hora de comer. Éste pegó al niño. Al día siguiente, el niño volvió a tener hambre, pero no se atrevía a preguntar de nuevo al padre, así que dijo: "Papá, ayer a esta hora me estaba usted pegando".
- - ¡Qué poco pedazo llevamos labrao! - A ver, ¿qué quiere usté, si somos dos zagales y un viejo? - ¡Cojollos, cómo comemos! - ¿Qué quiere usté, si somos tres tíos completos?
- En la recogida de la aceituna, cuando se veía o a un niño o muchacho coger aceitunas con una sola mano, se le decía que el aceite cogido con una sola mano amarga (esto se le decía para que cogiera con las dos manos).
COP29: La solidaridad del Norte global arde hasta los cimientos
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La nueva meta global de financiación termina con una cuantía y calidad
insuficiente que destruye la solidaridad pactada en el Acuerdo de París.
Para la s...
Hace 15 horas
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